AUTOBIOGRAFÍA

¡Tiempos de la vida!

Nací un 4 de noviembre de 1974, en un pequeño poblado de la bahía de Pianguapí, Pichangal, Palmarreal, San Lorenzo. Hermoso lugar de mi niñez, rodeado de mares, marismas, caracolas, manglares, palmeras; una isla de bondades naturales y culturales, conjugada en tradiciones, costumbres y mitologías; «La tunda moradora de montes y mangles, que se llevaba a los niños desobedientes en las noches», luego recuperados con bombos, cunúnos, cantos, rezos y agua bendita, así le sucedió a un amigo.

En este terruño, fui creciendo con mis hermanos al amparo del cariño de una familia, sostenida en el trabajo y las buenas costumbres. De ocupación comerciante mi padre y maestra de alfabetización mi madre; tiempos de respeto entre las personas y de las buenas costumbres, por ejemplo, era regla de la casa: seis de la tarde antes de la noche estar en casa, ya lavado los pies sucios de la arena.

Asimismo, como no olvidar los días con los amigos del caserío: los juegos tradicionales de escondidas; la recolección de piaquil en el manglar y bulgao en la playa; aquella mordida de cangrejo; temporadas de pesca con anzuelo en el muelle; llegada de gaviotas, tijeretas marinas y chogozos; la fiesta de navidad esperada; arribo de los grandes barcos como el Pinqüino y Santa Elena; y, mi primera escuela Luis Napoleón Dílon, allí aprendí las letras del abecededario en el Segundo Grado, desde pequeño fui buen estudiante, destacando en las áreas básicas. Muy triste, cuando a los pocos años, la escuela dejó de tener maestro y fue cerrada.

A los 9 años, junto a mi familia emigramos a San Lorenzo, con la finalidad de comenzar una mejor vida, atrás quedaron gratos recuerdos de infansia, fueron duros momentos; siempre en estas circunstancias de movilidad los más perjudicados son los niños. Arrendamos una casa, ingresé a estudiar en la escuela Mariscal Sucre, nuevos amigos, nuevos profesores, todo diferente, ya no estaba en la escuela pequeña, pasaron muchos días para acostumbrarme, pero sin perder la dedicación para el estudio, y gracias al apoyo de mi familia terminé la primaria.

Llegó la etapa del colegio, realizada en la Unidad Educativa Fiscomisional 10 de Agosto, conocí más amigos, compañeros y maestros; culminé con éxito el bachillerato y siempre en la firme convicción de cursar estudios superiores en una universidad, no obstante, primero cumplir con la Patria, el servicio militar y usar el uniforme, en estos tiempos, era un orgullo y civismo para la mayoría de los jóvenes. Manta fue la ciudad seleccionada, año 1994; justo en esta época sucede el conflicto con el Perú, pero gracias a Dios se dio la paz. Finalizado el servicio militar con el grado de Subteniente de Reserva, en mérito del servicio cívico, me propuse retomar los ideales universitarios, dejando de lado la oportunidad de seguir en la vida militar, sentí que lo mío era una carrera universiaria.

Continuará….!

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s